Laureano Márquez obsequió a valencianos cinco kilos de
harina pan, un litro de leche, cuatro rollos de papel higiénico y reflexiones
entre risas en el WTC
Foto Carlos Andrés Pérez
El canario venezolanizado reveló que la inflación también
afectó el humor en Venezuela.
Luis Santiago @leopuntonet El Carabobeño
Era una tarde trivial de quincena para esta época en un
supermercado caraqueño, en la que el derecho constitucional de llevar un pollo
por persona protagonizaba largas colas, pero el humorista Laureano Márquez iba
en busca de otros productos de la cesta básica ese día, algo que le costó el
desprecio de muchas personas.
"En el dos hay litro blanqueado de descremada para que
le digas a Luis", fue una de las frases que dejó al descubierto la
operación clandestina de uno de los tantos "comandos familiares" que
estaban tras la pista de alimentos desaparecidos entre aquellos anaqueles,
recordó Márquez asombrado por esta modalidad de compras desarrollada en
Venezuela. "Esa familia tuvo cuidado de no mandar a Luisito solo a buscar
la leche de dieta al pasillo dos, por temor de que se lo mataran". Pero
para ese momento, el humorista aún no conseguía lo que buscaba y cada vez que
pasaba frente al refrigerador del "pollo constitucional" sin tomar
uno, la gente lo miraba con desconcierto, rabia y murmuraba “ahí va el sin
pollo”.
Entre la fila de más de una hora hacia la caja, las personas
no notaban que se trataba del humorista Laureano Márquez sino de un hombre, tal
vez orgulloso y atorrante, que no se dignó a llevar pollo en su carrito. Sin
embargo, un sexagenario cambió los planes de Márquez al preguntarle con mirada
lánguida: "¿Será que usted puede comprarme un segundo pollo, ya que no lo
necesita? Yo le doy el dinero". Conmovido, el también politólogo salió de
la cola y regresó con el anhelado alimento.
Por estas razones, Laureano Márquez decidió obsequiar a su
público cinco kilos de harina pan, un litro de leche y cuatro rollos de papel
higiénico, antes de subir al escenario la noche del jueves en el Gran Salón de
Convenciones del Hotel Hesperia del World Trade Center, en Naguanagua. Entre reflexiones humorísticas, el
canario venezolanizado dejó claro que el país demanda un profundo
acto de seriedad para ser rescatado y transformado, en lugar de un menú de
chistes al día para olvidar la crisis. "Es lamentable que hoy en día te
roben los productos del carrito de mercado antes de pagarlos. Si lo descuidas,
te arrebatan la esperanza de ser propietario de algo".
Venezuela está entre los primeros lugares de inseguridad e
inflación a nivel mundial. "Sin duda este Gobierno ha batido récord y
anotó al país, por primera vez, en los primeros lugares de algo", lamentó
el humorista de la recordada "Radio Rochela" antes de iniciar su
monólogo "Sit Down". "Al
menos antes nos entreteníamos al cambiar de un gobierno malo a otro. ¿Se
acuerdan cuando el elecciones cambiábamos de gobierno?".
En una nación donde la misma persona que vende, en plena
vía, la Ley de Tránsito también expende bebidas alcohólicas, Laureano Márquez
no descarta que las autoridades denuncien próximamente la presunción de una
"guerra hidrológica", en la que el líder opositor Leopoldo López
sería acusado de secar la fuente de los ríos desde la cárcel de Ramo Verde.
"Eso se va demostrar en los próximos días y lo van a imputar, al igual que
a todos nosotros".
Es cierto que no hay mal que dure cien años ni petrolera que
lo resista, pero eso no es consuelo para quienes desean ver un país diferente,
por eso lo jóvenes no deben dejar de soñar con un futuro mejor, esa es la
esencia de ser joven, les recordó Márquez a los estudiantes que han sido
apresados y perseguidos por manifestar.
Hoy cuando el rojo busca disimular el tricolor y los
camaleones apuestan al salto de talanquera, es recomendable no confiarse en los
colores y enfocarse la realidad, aconsejó el humorista. Frente a un salón
repleto de valencianos, insistió en que Venezuela atraviesa problemas porque
aún no ha superado la crisis cultural desencadenada por la Guerra a Muerte de
1913, cuando el ejército bolivariano fusiló a los blancos que sabía leer y
escribir, y no apoyaban el proceso independentista.
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